Con "Elio", Pixar ofrece una odisea espacial que explora nuestra soledad.

LA OPINIÓN DE “EL MUNDO” – PARA VER
¿Estamos solos? Esta pregunta vertiginosa que obsesiona a la humanidad es el eje central de la trama de Elio , el nuevo largometraje de animación de Pixar. Desde hace varios años, con Intensa-Mente (2015) de Pete Docter y Ronnie Del Carmen, Coco (2017) de Lee Unkrich y Adrian Molina, o Soul (2020) de Pete Docter y Kemp Powers, el estudio, propiedad de Disney, nos ha acostumbrado a profundizar en sus ficciones en las grandes preguntas que nos asaltan en la vida.
En esta obra donde todo se duplica, las ramificaciones de esta exploración de nuestra soledad tienen un significado tanto puramente metafórico como pragmático. Al comienzo de la película, Elio, de 11 años, se encuentra huérfano tras la muerte de sus padres. Acogido por su tía Olga, mantiene relaciones conflictivas con los demás y se mantiene retraído. Desarrolla entonces una obsesión con el espacio, convencido de que existe una presencia reconfortante en las estrellas. Su llamado es escuchado, impulsándolo al Communiverso, un consejo político que reúne a representantes de diversas galaxias, donde es elegido embajador de los terrícolas mientras un clon alienígena ocupa su lugar.
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Le Monde